Los grandes beneficios de la natación
Nadar es una actividad que mejora la función cerebral, ayuda a relajarnos, nos da flexibilidad, tonifica y fortalece, en general brinda muchos favores a nuestro cuerpo.
De acuerdo con una investigación, cuando nadamos quemamos una gran cantidad de calorías, nos relajamos igual que si tomáramos una clase de yoga y reduce nuestros niveles de estrés. Puedes quemar de 500 a 600 calorías dependiendo la intensidad con que se practique, si quieres perder peso rápido debes incorporar una rutina especial.
Esta práctica siempre ha formado parte de nuestra historia, pues alejada de la actividad deportiva, el dominio del agua ha sido el gran reto perseguido por las antiguas civilizaciones. Por ejemplo, en Grecia y Roma la natación formaba parte del entrenamiento militar y además, concedía una distinción social entre el resto de la población.
Sin embargo esto cambió cuando, durante la Edad Media, en Europa se extendió el pensamiento de que el agua era el principal portador de enfermedades y que, incluso la mera introducción en ella, podría transmitir epidemias.
Antecedentes de la natación
Fue hasta finales del siglo XVIII cuando se instituyó como un deporte de competición. La primera organización de este tipo nació en Gran Bretaña en 1837 bajo el nombre de la National Swimming Society.
Desde 1908, la natación ha crecido como deporte profesional, así como actividad para una vida saludable. Los beneficios físicos de la natación son evidentes en atletas, lo que llamamos “cuerpo de nadador”. Sin embargo, hay una característica que la mayoría de los nadadores (tanto profesionales como amateurs) poseen y no podemos apreciar de un simple vistazo: la salud del cerebro.
Las bondades que brinda al cerebro
La natación repara las neuronas dañadas. No es ninguna sorpresa que el ejercicio aeróbico no solo es bueno para el corazón, sino también para el cerebro, pues mejora la función cerebral y también ayuda a reparar las neuronas dañadas.
Pero la natación, concretamente, puede proporcionar beneficios cerebrales adicionales a nivel molecular y de comportamiento, afectando a los neurotransmisores que influyen sobre el estado de ánimo y las hormonas reductoras del estrés.
Mejora la función cognitiva
Uno de los beneficios de la natación es que aumenta el flujo sanguíneo, lo que a su vez puede ayudar a mejorar la memoria, el estado de ánimo, la claridad mental y el enfoque.
Mejora el estado de ánimo
La natación libera factores neurotróficos o neurotrofinas en el cerebro, endorfinas, que se cree que son útiles para controlar el estrés, la ansiedad y el estado de ánimo. La actividad física y el ejercicio pueden ayudar con el alivio de la tensión, e incluso contrarrestar algunos síntomas depresivos. Así, la natación ayuda a estimular la producción de sustancias químicas cerebrales que elevan el estado de ánimo.
Fortalece la memoria
Promueve nuevas neuronas en el hipocampo para una mejor memoria. Así, el daño cerebral por estrés también se puede revertir con la natación a través de la neurogénesis del hipocampo o la sustitución de las neuronas perdidas.
Mejora las habilidades motoras gruesas (que surgen directamente de los reflejos) y visuales que conducen a una mejora en el aprendizaje. Y es que los movimientos bilaterales de patrones cruzados en la natación ayudan con el desarrollo de las fibras nerviosas en el cuerpo calloso, que conectan los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro y facilitan la comunicación entre los dos. La natación activa simultáneamente los dos hemisferios cerebrales y los cuatro lóbulos del cerebro, lo que puede conducir a una mayor cognición y aprendizaje.
Un estimulante para el resto de tu cuerpo
Cuando nadamos utilizamos la mayor parte de los músculos, por ejemplo, todo el tren superior y el inferior, tronco o la cabeza, por ello, las articulaciones se vuelven más flexibles, mientras los músculos se fortalecen y tonifican en poco tiempo, sobre todo, los de la espalda, razón por la que es un excelente ejercicio para quienes padecen lumbalgia, hernias o problemas en la cadera.
La natación obliga a moverte todo el tiempo. Y es que tanto si avanzas como si te quedas suspendido en el agua, estás en movimiento, por lo que se realiza ejercicio aeróbico constantemente, lo cual es beneficioso para los sistemas cardiovasculares y respiratorios.
Ejercita el corazón con suavidad: esto es así porque los movimientos en el agua no son bruscos.
Beneficia la circulación de la sangre: especialmente la de las piernas gracias a la alternancia de contracciones y descontracciones musculares. Ejerce acción de drenaje, esto evita los edemas y las piernas cansadas.
Favorece la respiración: especialmente cuando llevas un tiempo entrenando. Esto se debe a que fortalecemos los músculos que se encargan de llenar y vaciar de aire los pulmones, de modo que cada vez se puede coger más aire en una sola inspiración. Optimizamos la utilización de nuestros pulmones, haciendo la respiración más eficiente.
Mejora tu calidad de vida
La natación te permite retrasar la etapa del envejecimiento; tu capacidad motriz aumenta, al igual que tu memoria, ya que se requiere mayor concentración y coordinación.
Ayuda a que estés más alerta, con más equilibrio y que tengas un tiempo de reacción complejo más eficiente y rápido; las heridas tardan menos en sanar.
En sí, el nadar relajas no sólo los músculos del cuerpo, sino también tu mente, por lo que tu estrés disminuye considerablemente. Así que ya no hay pretexto para darnos un buen chapuzón.